je, je… luna plantea un recorrido por el trabajo de María Luisa Fernández (Villarejo de Órbigo, León, 1955) en el que se relacionan distintos grupos de esculturas, dibujos e instalaciones que, hasta la fecha, no se habían mostrado de manera retrospectiva. Las obras, producidas entre 1979 y 1997, forman parte de distintos ensayos y acercamientos a la figura de un Artista ideal que está presente en la producción de la escultora hasta su última muestra individual en 1997.
La exposición se inicia con piezas, objetos y documentos que pertenecen al período de CVA (Comité de Vigilancia Artística, 1979-1985), un colectivo concebido como “empresa artística” puesto en marcha junto a Juan Luis Moraza entre los años 1979 y 1985. Esta selección de obras y documentos surge de la reflexión crítica llevada a cabo por el grupo en torno a los mecanismos de presentación y recepción de las obras, la institución o el sistema del arte contemporáneo. Tras su participación en muestras como Mitos y delitos (Metrònom, Barcelona y Aula de Cultura, CAM, Bilbao, 1985) sus siglas se asocian a lo que se conoce como “Nueva escultura vasca”, un grupo de artistas que se convirtió en referente de las prácticas y los debates artísticos que marcaron la década de los años ochenta en el contexto del País Vasco.
En ese diálogo con un tiempo y una escena concreta —calificada como de “generación sin querer”— se localizan las obras presentes en esta exposición. Primero como parte del colectivo y, tras su disolución, de manera individual, con importantes series de trabajos entre las que se encuentran: Máculas (1984-1985), Leyendas (1985-1986), Melenas (1988), Esculturas rojas (1989), Burladeros (1990) o Corridas (1996-1997). La muestra incluye también Burlas expresionistas (1993) y Artistas ideales (1990-1997), dos instalaciones que reúnen las principales líneas de investigación desarrolladas por la artista en su trayectoria.
Las obras de María Luisa Fernández se caracterizan por incorporar lenguajes artísticos dispares: desde los post del conceptual y el minimalismo a elementos que provienen de los cruces entre los constructivismos y la tradición de la escultura en el País Vasco, su lugar de formación. También es frecuente el uso de dobles sentidos y juegos de palabras, así como la crítica a los relatos oficiales de la historia del arte. La artista se mantiene atenta a la influencia que en la década de los ochenta ejerció la recuperación de nociones como autoría, esfuerzo o genius loci, temas que son cuestionados de manera permanente en sus trabajos. En este contexto, Fernández afirma que, además de producir para “tener algo que ver”, es posible trabajar para “tener algo que nos mire y con lo que mirar”, elaborando para ello una serie de modelos alternativos de Artistas ideales que se contraponen en la sala de exposiciones a los retratos de las Figuras de autoridad.
El trabajo de María Luisa Fernández ha sido expuesto en muestras como Mínima resistencia. Prácticas artísticas durante las décadas de los 80 y 90, Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía MNCARS 2013-2014; CVA (1980-1984), Artium, Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo, Vitoria-Gasteiz, 2004/Centre d’Art La Panera, Lleida, 2005; Burlas expresionistas, Trayecto Galería, Vitoria-Gasteiz, 1993; Galería Berini, Barcelona, 1991; Sculptures, CREDAC, París, 1990; Galería Oliva Arauna, Madrid, 1990; Jeunes sculpteurs espagnols, Centre Albert Borschette, Bruselas, 1989; Esculturas: Ma Luisa Fernández, Pello Irazu, Juan Luis Moraza, Sala Amadís, Madrid, 1987; Mitos y Delitos, Sala Metrònom, Barcelona/CAM, Bilbao, 1985; o El suelo como soporte, Sala Metrònom, Barcelona, 1986.
Sus obras forman parte de las colecciones del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (Madrid); MACBA (Barcelona); Fundació la Caixa (Barcelona); Artium, Centro- Museo Vasco de Arte Contemporáneo (Vitoria-Gasteiz); así como de distintas colecciones privada